Elegir caminos en la vida: riesgo, pérdida y posibilidad
- mariarocuantr
- 3 sept
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En el artículo anterior les compartía sobre el traqueteo del tren y las bifurcaciones. Ese bucle que se repite una y otra vez puede desesperar, pero al mismo tiempo reconforta. Si seguimos ahí, es porque algo nos entrega. Qué majadero sería culpar al bucle, cuando lo conocido también es lo familiar. Un sistema cerrado y tradicional al que sé que puedo volver una y otra vez.
Las bifurcaciones implican un riesgo. No se trata solo de mover una manilla y redirigir la tripulación hacia un camino diferente: es una apuesta, una posibilidad de perder. La pregunta es: ¿cuánto estoy dispuestx a perder para ganar algo nuevo?
En el trabajo terapéutico —ya sea en psicoterapia individual o en el análisis grupal— este momento aparece una y otra vez. Llegamos a un punto en el que tenemos que elegir entre dos, tres o varios caminos. No podemos permanecer eternamente (o quizás sí) en la rotonda.
Si elijo uno, me pierdo los otros. Y eso duele: realmente me pierdo. No puedo transitar todos los caminos al mismo tiempo.
Elegir implica riesgo y apuesta. Es perder, despedirse y saberse perdidx. Pero también es abrir la posibilidad de encontrarse con algo nuevo, algo que solo se revela cuando nos atrevemos a dejar lo conocido.




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